Sin estudios técnicos y en lo oscurito, Chava Calderón improvisa cambios al Boulevard.

Durante los primeros minutos del martes 10 de septiembre, el alcalde Salvador Calderón, cumplió su promesa de modificar el sentido de los carriles del Boulevard Ortiz Mena. Sin embargo, la ciudadanía ha manifestado su molestia ante lo que consideran una decisión arbitraria por parte del alcalde, quien priorizó presuntas peticiones de empresarios y comerciantes del sector por encima del sentir de los parralenses.

Es cuestionable que, horas más tarde, durante una rueda de prensa improvisada en su despacho, Calderón admitiera públicamente que el cambio se realizó sin contar con un estudio técnico que avalara la factibilidad de dicha modificación al flujo vehicular. Esta situación ha generado múltiples críticas, sugiriendo que la acción podría responder a un revanchismo político o a un capricho que beneficia más a intereses económicos de unos pocos que al bienestar general.

Llama la atención que frente al lugar donde se hizo la modificación -con bandera naranja, sea dicho de paso- se encuentran dos negocios de propiedad del alcalde: Refaccim y El Zaguán. Estos establecimientos ya habían sido señalados anteriormente por inducir a sus clientes a estacionarse en batería, invadiendo el espacio destinado a los peatones, quienes deben caminar sobre la cinta asfáltica, poniendo en riesgo su seguridad.

A pesar de que el alcalde cumplió parcialmente su palabra, el cambio solo se implementó desde la intersección del Boulevard con la avenida Zaragoza, esquina donde se ubican sus negocios, hasta el crucero con la avenida 20 de Noviembre. Además, se olvidó instalar un semáforo que regulara el nuevo flujo vehicular en dos sentidos, lo que refleja la improvisación en la toma de decisiones de la nueva administración.

Tal como se temía, en menos de 12 horas, esta medida ya cobró su primera víctima: un vehículo que circulaba por la calle Francisco Villa chocó al intentar incorporarse al Boulevard. Queda por ver si este capricho seguirá generando desgracias que los ciudadanos pagarán de su bolsillo para satisfacer los intereses de la clase empresarial.