Como cada 25 de noviembre, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia de Género, mujeres y activistas en Parral salieron a las calles en una marcha que, tradicionalmente, es un espacio de protesta y exigencia de justicia para las víctimas de feminicidio, desaparición y violencia de género. Sin embargo, este año, la protesta tomó un rumbo inusual: el llamado a mantener la “solemnidad” y evitar consignas o muestras de enojo marcó el evento.
La marcha partió desde la Puerta del Tiempo y concluyó en el centro de la ciudad, pero algo fue diferente esta vez. Al frente del contingente, un espacio que solía estar reservado para las familias de las víctimas, se encontraban funcionarias municipales, encabezadas por la presidenta del DIF y primera dama, Nora Carrillo, y la directora de la Instancia de la Mujer, Teresita Esparza.
Con micrófono en mano, Esparza instruyó a las asistentes:
“Es una marcha de paz, de luz. Les pedimos que no pidan justicia con más violencia. Seamos respetuosas con la ciudadanía, con los carros que estarán pasando, y caminemos en silencio. Pueden expresarse, pero siempre de manera respetuosa.”
Por su parte, Carrillo se limitó a decir: “La violencia no tiene justificación ni razón de ser.”
De protesta a “marcha de paz”
Aunque históricamente estas marchas han sido un espacio para alzar la voz contra la violencia de género, la narrativa del municipio intentó transformar la protesta en un acto solemne, reduciendo la protesta a una “concienciación”. A las asistentes se les entregaron veladoras y se les ofreció reemplazarlas si se quebraban, en un gesto que para muchas minimizó el carácter reivindicativo del evento.
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Este año, a diferencia de ediciones anteriores, la participación de mujeres fue visiblemente menor. Ante ello, el municipio recurrió a incluir grupos completos de diversas instituciones educativas para engrosar el contingente, algo que no pasó desapercibido y generó comentarios entre las asistentes.
Contradicciones en el mensaje
La solemnidad buscada se vio opacada por el comportamiento de las funcionarias que encabezaban la marcha. Según asistentes, las risas, bromas y llamadas telefónicas de las autoridades rompían con el supuesto respeto que exigían al resto de las participantes.
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Además, la música que acompañó el recorrido generó polémica. Desde el vehículo de la Dirección de Comunicación Social, se transmitieron en altavoces himnos y alabanzas del norteamericano David Bauer y otras agrupaciones musicales cristianas. La selección musical, entre las que destacaron “Clama al Señor”, “10,000 razones (Bendice al Señor)”, “Yo me rindo a Ti”, “Señor, creo en Ti”, “Como el ciervo” y “Mi aliento” provocó críticas por su carácter religioso en un evento laico que debería enfocarse en los derechos de las mujeres.
El silenciamiento de la protesta
Para muchas de las asistentes, esta edición de la marcha fue percibida como un intento de despojarla de su esencia: un acto de denuncia y protesta. La imposición de silencio y el llamado a la “paz” fueron interpretados como una forma de minimizar la gravedad de la violencia de género y acallar las voces de quienes buscan justicia.
Esto, refrenda la idea de que el municipio encabezado por el alcalde Chava Calderón, es ajeno a las causas de las mujeres, tal como se ha documentado en varias ocasiones por este medio.
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El Día Internacional para la Erradicación de la Violencia de Género es una fecha para recordar a las víctimas, exigir un alto a la impunidad y reclamar políticas efectivas que protejan a las mujeres. En Parral, este año, la marcha dejó en evidencia las tensiones entre quienes alzan la voz y quienes pretenden que esas voces no incomoden demasiado.
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