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Municipio avanza en su guerra contra las áreas verdes

Mientras los árboles mueren en plazas y parques, el municipio rellena con cemento el corazón de la ciudad. Así avanza el desierto urbano de Chava Calderón.

Una escena captada recientemente, vuelve a encender las alarmas sobre el rumbo que está tomando el paisaje urbano de Parral: un camión mezclador fue vista vertiendo concreto sobre un pequeño islote ubicado junto a la Plaza de la Identidad, justo donde hasta hace poco había una palmera y pasto verde que durante años dieron vida a ese punto.

El islote, que solía ser un respiro natural en medio del concreto y el tráfico, está siendo transformado en lo que parece ser una banqueta, sin que exista una razón funcional clara para ello. La gente cruza por otros puntos mucho más cómodos y naturales, ya sea por la esquina del puente contiguo o junto al Templo de San José. Esta intervención innecesaria no solo elimina una de las pocas áreas verdes que resistían en el Centro Histórico, sino que refleja una vez más la lógica de “cemento primero, árboles después” que ha caracterizado a la actual administración municipal encabezada por Salvador “Chava” Calderón.

Esta acción se suma a una lista creciente de decisiones que han afectado severamente el entorno natural de la ciudad. Hace apenas unos meses, la glorieta Ortiz Mena fue despojada de sus rosales y vegetación, reemplazándolos por astillas de madera pintadas que no requieren riego, pero tampoco ofrecen sombra, oxígeno ni belleza viva. Más recientemente, la Plaza Principal luce árboles secos, producto de una fallida reforestación que costó casi 190 mil pesos y que dejó 9 de 12 encinos completamente muertos. A eso se suma el deterioro evidente en la vialidad del río, el Parque Lineal y la zona de la deportiva CNOP, donde la falta de riego y atención ha causado el avance imparable de plagas y la muerte silenciosa del arbolado urbano.

Lo que alguna vez fue motivo de orgullo —las áreas verdes que daban frescura, identidad y respiro a la ciudad— hoy se transforman en manchas grises, duras, vacías. La política ambiental de este gobierno parece reducirse a sustituir vida por concreto, y sombra por “orden visual”.

Este medio hace un llamado urgente: Parral no necesita más banquetas donde ya hay paso, ni más aserrín pintado donde antes había flores. Necesita árboles vivos, áreas verdes mantenidas, sombra en verano y humedad en el suelo. Urge detener la expansión de esta jungla de cemento que avanza sin pausa y sin sentido común. Porque lo que hoy se pierde en vegetación, mañana se paga con calor, aire seco y una ciudad menos habitable.