
En una rueda de prensa celebrada este lunes 4 de agosto, el alcalde Salvador “Chava” Calderón increpó públicamente a los medios por cuestionarle sobre la desaparición del mural titulado Para Parral, obra donada en 2020 por el pintor David Correa al DIF municipal. Ante la ausencia de explicaciones sobre su paradero, del cual se afirmó que fue trasladado a una bodega del DIF, pero nadie sabe dónde exactamente, el artista y su representante legal han exigido aclaraciones o una compensación de un millón 200 mil pesos, cifra en la que está valuada dicha obra.
En pleno señalamiento público, Calderón defendió que si él regala algo, “eso es suyo”, y cuestionó a los periodistas por enfocarse en temas negativos: “publiquen cosas buenas, estamos bacheando, estamos trabajando… y muchos de ustedes tienen convenio conmigo y no lo respetan”, refiriéndose a acuerdos comerciales de publicidad con medios locales.
No es la primera vez que el presidente municipal utiliza su investidura para intentar descalificar el trabajo de la prensa, como si el cuestionamiento fuera sinónimo de ataque. En lugar de asumir una postura abierta y transparente ante preguntas legítimas, Calderón opta por el amague y el reproche, dejando entrever una incomodidad evidente ante cualquier narrativa que no se alinee con su discurso oficial. El señalamiento a los convenios de publicidad sugiere, además, una preocupante visión utilitaria de los medios, como si la crítica solo fuera válida cuando no hay recursos de por medio.
La Asociación Civil Periodistas Unidos de Parral emitió un comunicado en respuesta, enfatizando que dichos convenios son estrictamente comerciales, no imponen restricciones al ejercicio periodístico. Enfatizan su compromiso con la veracidad, el respeto y la libertad de expresión, elementos indispensables para una sociedad democrática y exigente de transparencia.
Este episodio no es aislado: hace semanas el alcalde ya había mostrado irritación con los medios por cuestionamientos durante otra rueda de prensa tras la culminación de las Jornadas Villistas 2025, cuando el director de Cultura, Carlos “Charlie” Silva ganó una motocicleta rifada durante la Concentración Motociclista en las que él mismo estuvo involucrado. En esa ocasión también predominó la molestia del alcalde quien insistió en defender su actuar sin importar el costo político.
Lo que ocurre en Parral revela un patrón preocupante: la administración municipal parece confundir la crítica informativa con ataques personales y utiliza relaciones comerciales para presionar a los medios. La pregunta central permanece: si un mural donado desaparece sin rastros claros, y quien dirige el municipio responde con reproches en lugar de explicaciones, ¿a qué responde el supuesto compromiso con la transparencia?
Cuando los funcionarios municipales minimizan las dudas legítimas, rechazan cuestionamientos y apuntan a convenios como mecanismos de intimidación velada, la confianza institucional se erosiona. El derecho de la ciudadanía a estar informada no debe estar supeditado a las declaratorias públicas ni al arbitrio del poder: requiere apertura, claridad y respeto. Parral merece saber dónde está el mural, y ese reclamo no merece castigo, sino respuesta.
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