DURANGO.– La creciente ola de violencia en las comunidades fronterizas entre los estados de Durango y Sinaloa ha provocado que varias familias de las rancherías en la región comiencen a abandonar sus hogares.
Habitantes de San Jerónimo y Chavarría, pertenecientes al municipio de Pueblo Nuevo, emprendieron su éxodo esta tarde, alarmados por la inseguridad que azota sus comunidades.
Según testimonios de los pobladores, la amenaza constante de enfrentamientos y actividades delictivas ha generado un ambiente de temor que los obliga a dejar sus casas y buscar refugio en lugares más seguros.
“No sabemos qué pueda pasar, pero no queremos estar aquí cuando suceda algo peor”, mencionó uno de los residentes de San Jerónimo.
Como medida preventiva, las escuelas de las localidades cercanas de San Felipe y Llano Grande suspendieron las clases indefinidamente. Ambas comunidades, que se encuentran a 70 kilómetros de la capital de Durango, han decidido priorizar la seguridad de los estudiantes ante la incertidumbre que reina en la zona.
La situación también ha impactado el tránsito vehicular en la carretera Durango-Mazatlán. La plaza de cobro de Coscomate permanecerá cerrada en ambos sentidos debido a la situación de inseguridad, afectando considerablemente la circulación.
Las autoridades han recomendado a la población evitar desplazamientos innecesarios y mantenerse atentos a cualquier eventualidad que pudiera agravar la situación.
Desplazamientos forzados en aumento
Este éxodo es solo el último de una serie de desplazamientos que han afectado a las zonas rurales en los límites de Durango y Sinaloa, una región históricamente golpeada por la violencia.
Las autoridades no han emitido un pronunciamiento oficial sobre el futuro de estas comunidades, pero se espera que, de continuar esta tendencia, el número de familias desplazadas siga en aumento.
Los habitantes de San Jerónimo y Chavarría no están solos en su preocupación; varias comunidades cercanas ya han comenzado a movilizarse en busca de alternativas para protegerse de la creciente violencia.
En medio de esta crisis, queda la pregunta sobre cuánto tiempo podrá mantenerse este éxodo sin una intervención decisiva por parte de las autoridades para garantizar la seguridad y el regreso de estas familias a sus hogares.
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